El mexico independiente hubo que instituirse como imperio conforme los tratados de Córdova que , a su vez , representaban el espíritu del plan de iguala propuesto por Agustín de Iturbide .A unos días del triunfo independista y en aras de instaurar al estado como monarquía constitucional moderada , la junta provisional gubernativa , en su sesión del día 22 de octubre de 1821 , analizo la posibilidad de reformar el sistema fiscal de la nueva nación .Pero estos cambios no fueron propuestos , pues de acuerdo al articulo 14 de los tratados de Córdova , dicha junta solo discutiría los problemas mas urgentes y la forma administrativa del erario del nuevo país no era una de ellas . Por un lada obedece al peculiar contexto histórico en que se desenvolvieron las finanzas publicas de la colonia , pues si tomamos en cuenta que el fisco novohispano durante muchas décadas estuvo preparado hacer frente a cualquier circunstancia inevitable o eventual , nada raro tiene entonces que el nuevo gobierno decidiera mantener la misma administración hacendística, acostumbrada a la constante centralización de oficinas reordenamiento de la administración provincial ,fiscalidad extraordinaria . Por otro lado que la junta no considerara apremiante modificar el raído sistema fiscal español resulto un oneroso desacierto que la joven nación tendría que pagar con creces en los años venideros , pues si bien es cierto que la real hacienda debió adecuarse a la tornadiza realidad económica , también lo es que en muchos casos dicho acondicionamiento consistió en remiendos y des remiendos que la deterioraron hasta hacerla ineficaz , lo cual se observa en la utilización cada vez mas frecuente de organismos privados para la recolección de confusión entre las leyes vigentes y las abrogadas .
El uso de los términos “internacionalización”, “globalización” o “mundialización” ha dado lugar a un amplio debate que trasciende el ámbito académico. Mientras unos piensan que ellos son sinónimos, los otros subrayan diferencias significativas acerca del mundo contemporáneo. Todas las interpretaciones coinciden en un punto: la revolución científica y tecnológica ha transformado a la sociedad en un grado y profundidad insospechada. En general, hay una extensa preocupación por los aspectos económicos, financieros o, incluso, por las corrientes migratorias en nuestro continente, pero no hay una reflexión suficiente respecto a la educación y, en especial, a la universidad como factor clave en cualquier proceso de modernización, lo cual me parece indispensable.
Las integraciones internacionales, regionales y mundiales son a la vez las grandes avenidas que hoy en día se recorren gracias a las nuevas tecnologías y a las súper carreteras de la información. La internacionalización de la educación superior es un tema que ha dejado de ser hipotético entre nosotros. Por ello no es gratuito encontrar opiniones especializadas que plantean la necesidad de reconocer este mundo en construcción como un imperativo real que, entre otras cuestiones, obliga al diseño de nuevas estrategias que sepan enfrentar lo que ya está en curso prácticamente en el mundo entero. Como dice Joselyn Gacel-Ávila: “Si la sociedad global requiere de la formación de una auténtica ciudadanía global para su progreso, entonces la educación, verdadera base de la integración regional, internacional y global, debe ser la arena donde se le prepara para el cambio. Por ello la internacionalización educativa, aunque restringida de momento a nivel terciario, en el futuro debe permear en todos los niveles educativos”. En ese amplio y complejo contexto internacional, la escuela, en general, y la universidad, en particular, además de ser productoras de conocimientos y de investigaciones científicas y culturales, pueden desempeñar un papel decisivo en dos grandes temas de actualidad: la solidaridad entre individuos, estados y naciones, y la construcción de una ciudadanía moderna y global. De acuerdo con el informe que sobre el estado de la democracia hizo público el PNUD (bajo la coordinación del señor Dante Caputo), en la mayoría de nuestros países se ha alcanzado un importante nivel de desarrollo democrático, en la medida en que los gobiernos están siendo resultados de elecciones libres y limpias. Pero –y éste pero es más que importante– el déficit de ese exitoso proceso democratizador radica en una fragilidad real y extendida en lo que tiene que ver con la existencia de la ciudadanía necesaria.
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