Enfoque Marxista: Del pensamiento de Marx acerca de la educación
La
educación puede ser un vehículo para el desarrollo humano y social. Para constreñir,
apresar y embrutecer, también.
Cuando
se trata de la educación como prácticas instituidas o como sistema educativo,
su función se enlaza con la dimensión política, en tanto que en los programas
educativos se impone una visión de sociedad, de aquella que se quiere conservar
o hacia la que se pretende transitar. Quiero decir que el sistema educativo
tiene un sentido social, pero también es parte de un proyecto político y
económico. No se trata solo de un asunto de interés pedagógico, circunscrito a
los límites escolares, sino de la conducción de la sociedad.
Es
esta la aportación más valiosa, a mi juicio, que hizo Marx en relación a la
educación. Hablar de educación como la panacea del desarrollo sin una mirada
crítica y sin situarla histórica y políticamente, es hablar sin sentido. El
propósito de estas páginas es, en primer lugar, revisar estas ideas de Marx en
torno a la educación y al sistema escolar, y en segundo, abordar los
planteamientos teóricos que se derivaron a partir de dichas aportaciones.
Las pedagogías de la resistencia surgieron en las décadas del 70’ y 80’ de
algún modo como forma de respuesta a estas teorías. Si bien muchos de sus
autores acordaban con la función reproductivista de la escuela, plantearon una
crítica al supuesto carácter determinista de estas últimas, poniendo el énfasis en
la noción de resistencia como apuesta a la transformación social dentro de la
institución escolar.
El objetivo de este artículo consiste en realizar una revisión crítica de los
principales planteos de ambos grupos de teorías, tomando para ello algunos de
los autores clásicos. Creemos que dicha revisión puede proporcionar un aporte
para quienes se plantean la pregunta inicial acerca de si la institución escolar
constituye un espacio de transformación social.
La reproducción social: la educación en el modo de producción capitalista
A fines de la década del 60’ y principios de los 70’ emergieron, principalmente en Francia y Estados Unidos, varios planteos teóricos que analizaron el
papel que la escuela jugaba en la reproducción social. Los mismos se enmarcaron
en un momento histórico en el que la lucha de clases se había recrudecido y,
con ello, habían emergido fuertes cuestionamientos al orden social establecido1
.
Tiempo después, estos planteos fueron catalogados como teorías de la reproducción. Cabe aclarar que se trata de teorías sociológicas que no analizan las prácticas
escolares en o por sí mismas, o lo que sucede al interior de las escuelas, sino que
buscan dar cuenta del papel de la escolarización en el funcionamiento de la sociedad capitalista.
Fundamentos de una teoría
de la violencia simbólica
Todo poder de violencia simbólica, o sea, todo
poder que logra imponer significaciones e imponerlas
como legítimas disimulando las relaciones de fuerza
en que se funda su propia fuerza, añade su fuerza propia, es decir, propiamente simbólica, a esas relaciones
de fuerza.
Rechazar este axioma que enuncia simultáneamente la autonomía y la dependencia relativas de las relaciones simbólicas respecto a las relaciones de fuerza equivaldría a negar la posibilidad de una ciencia sociológica: en
efecto, considerando que todos las teorías implícita o explícitamente construidas sobre la base de axiomas diferentes
conducirían o bien a situar la libertad creadora de los individuos o de los grupos al principio de la acción simbólica,
considerada como autónoma respecto a sus condiciones objetivas de existencia, o bien a aniquilar la acción simbólica
como tal, rechazando toda autonomía respecto a sus condiciones materiales de existencia, se puede considerar este
axioma como un principio de la teoría del conocimiento.
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